Un final siempre implica un principio. Durante este año, por este equipo han pasado jugadores merecedores de medallas, jugadas asesinas, hasta dignas de algún animal impulsivo y jugadores que han dejado hasta sus tripas dentro de un campo de juego. Pero lo más importante, y auténticamente indiobbobeano, es que cada partido fue como siempre: un encuentro de la familia azulgrana. Un encuentro que cumple una función importante desde el punto de vista social, de un grupo de amigos unido por la pasión de la redonda. Una ceremonia que se vive todas las semanas palpitando la previa, jugando el partido, y comentando el mismo una vez finalizado.
Al repasar las actividades realizadas, nos damos cuenta que transitamos un 2008 con vaivenes. Aunque es importante rescatar que el equipo, cuando juega con todos sus titulares, está cada vez más sólido. Y hay que resaltar este hecho, porque se trata de una base firme para encarar el 2009 y enfrentar el desafío de lograr el ascenso que este año se nos esfumó debido a algunos resultados que se escaparon sin que ello debiese pasar.
Se termina un nuevo año futbolístico, con virtudes y defectos. No faltará oportunidad para juntarnos a comer un pedazo de carne con unas cervecitas y reflexionar en familia sobre lo que pasó y sobre lo que viene. Todos los Indios brindaremos a fin de año con la copa bien en alto para agradecer por este grupo humano. Tampoco faltará ocasión para realizar algún ritual sobre la cabecera del río Limay y encontrar la fuerza que necesitaremos de nuestros antepasados para encarar el próximo torneo.
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