Le tocó bailar con la más fea, porque las veces en que pisó el campo de juego de Ciudad Universitaria, fue porque al azulgrana le faltaban jugadores para cubrir la terna de 11. En esas ocasiones, no dudó calzarse los timbos y salir a la cancha con hombría y valor.
Le bastaron esas ganas, ese amor por el Indio, y esos nobles gestos para quedar en la historia.
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