En muchos países hubo casos de gran idolatría por futbolistas argentinos. Podrían citarse los de Di Stéfano en España, Bianchi en Francia, Maradona cuando jugó en Nápoli y algunos más que sería extenso enumerar.
El de Díaz es un caso singular. Alguien que no fue profeta en su tierra, porque su plenitud futbolística no la pudo demostrar en su lejano pueblito de Suecia.
Desde su debut en el Indio empezó a convertirse en otra de las piezas claves del equipo, que los suecos no pudieron ver. Es un protagonista de excepción en los certámenes en los que viste la azul y roja.
Es una de las revelaciones, un baluarte fundamental de un equipo que en 2006 consumó la proeza de ascender de categoría. Leandro “Sueco” Díaz es un volante que nunca mezquina su presencia en las áreas rivales pese a la gran cantidad de golpes que recibe por parte de los contrincantes. Asimismo, es un gran cabeceador tanto en el área contraria como en la propia.
Como prenda de gratitud por lo mucho que hace este jugador para aumentar el prestigio de Indio Bob, los compañeros de equipo le obsequiaron una casaca de su querido Ferrocarril Oeste.
El de Díaz es un caso singular. Alguien que no fue profeta en su tierra, porque su plenitud futbolística no la pudo demostrar en su lejano pueblito de Suecia.
Desde su debut en el Indio empezó a convertirse en otra de las piezas claves del equipo, que los suecos no pudieron ver. Es un protagonista de excepción en los certámenes en los que viste la azul y roja.
Es una de las revelaciones, un baluarte fundamental de un equipo que en 2006 consumó la proeza de ascender de categoría. Leandro “Sueco” Díaz es un volante que nunca mezquina su presencia en las áreas rivales pese a la gran cantidad de golpes que recibe por parte de los contrincantes. Asimismo, es un gran cabeceador tanto en el área contraria como en la propia.
Como prenda de gratitud por lo mucho que hace este jugador para aumentar el prestigio de Indio Bob, los compañeros de equipo le obsequiaron una casaca de su querido Ferrocarril Oeste.
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